En todas las disciplinas existen individuos que marcan la pauta, que hacen la diferencia. Algunos son muy conocidos debido a la popularidad de la disciplina en la cual trabajan y otros gozan de la admiración de un reducido grupo de “entendidos”. Este es el caso de Aswath Damoradan, profesor de NYU, cuya contribución al tema de valoración de negocios comentamos en esta columna.
En todas las disciplinas existen individuos que marcan la pauta, que hacen la diferencia. Algunos son muy conocidos debido a la popularidad de la disciplina en la cual trabajan y otros gozan de la admiración de un reducido grupo de “entendidos”. Este es el caso de Aswath Damoradan, profesor de NYU.
El profesor Damodaran, especialista en finanzas corporativas, ha hecho una enorme contribución en el tema de valoración de empresas en marcha, creando y manteniendo una gran base de datos que permite estimar el riesgo sistémico de activos y acciones, es decir, las correspondientes tasas de descuento con las cuales se descuentan los flujos de caja de las empresas.
Sí hay algo que ha entendido muy bien el profesor Damoradan es que la ausencia de una metodología robusta, de aceptación universal, para valorar un instrumento financiero, no es una excusa para no realizar una estimación, que aunque imperfecta, sirve de guía a los inversionistas que no pueden esperar a que la teoría económica avance para poder seguir haciendo negocios.
Estos retos de valorar activos en contextos de información incompleta los comenzó a enfrentar el profesor de NYU, muy temprano en su carrera, cuando en sus cursos tenía que explicar a sus alumnos, muchos de ellos jóvenes empleados de la banca de inversión neoyorquina, que racionalidad económica había detrás de la caída de un 22 por ciento, en una sola jornada, del S&P 500 en octubre de 1987. O cómo estimar la tasa de descuento para valorar un banco ubicado en un país donde no hay mercado de acciones, y el mercado secundario de bonos es muy poco profundo.
En una entrevista publicada el pasado mes de junio en la revista Barron´s, el profesor Damoradan pronunció una frase que no tiene desperdicio: “yo he tenido que improvisar lo que sé sobre valoración”. Esta improvisación no es un acto que se da en un vacío de conocimiento, sino el proceso de volver a los fundamentos de la disciplina y conectar elementos fundamentales con problemas concretos del mundo de los negocios.
Para Damoradan estos fundamentos son el cálculo del flujo de caja, la estimación de su tasa de crecimiento y la medición del riesgo. En su página web en el portal de NYU, publica frecuentemente la manera en que se aproxima a la estimación de dichos fundamentos en casos concretos como puede ser la valoración de Tesla, plasmada en un ensayo que ganó el premio Bernstein-Levy del Journal of Portfolio Management, o su visión del desarrollo de burbujas en el precio de las acciones de nuevos sectores de negocios entre los que se cuentan la comercialización legal de la marihuana y la publicidad en línea.
Para “improvisar a la Damoradan” no solo se necesita una inteligencia excepcional, también se requiere la capacidad de desandar caminos y reconocer errores, y en ese particular el profesor Damoradan también tiene mucho que enseñar.
Su polémica interminable sobre el valor de las acciones de Uber con el inversionista en capital de riesgo Bill Gurley muestra no solo que es capaz de rectificar, como en esta situación que subestimó la propensión del público al uso de este servicio, sino que también es capaz de incorporar nuevas perspectivas en sus posiciones iniciales. Su crítica al modelo de negocio de Uber es una gran lección en un mundo donde los intangibles lideran la creación de valor.
Tal vez el profesor Damoradan nunca gane un premio Nobel porque más que un teórico de la medición del valor económico, es un gran adaptador de la teoría a las demandas del mundo de negocios. Y gente como él es la llamada a construir puentes entre lo abstracto y lo concreto. Gracias, profesor Damoradan.
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