La popularización de los fondos de inversión que tienen como estrategia el construir un portafolio de acciones siguiendo exactamente la composición de índices bursátiles populares como el Dow Jones Industrial o el S&P 500 ha generado grandes discusiones entre los actores del mundo de las inversiones institucionales en la última década.
La respuesta a la pregunta de ¿cuál estrategia de inversión es mejor? la activa, que implica seleccionar un grupo de acciones basándose en expectativas sobre el rendimiento futuro de estas, o la pasiva que se limita a copiar índices bursátiles, define como se repartirá una buena porción de los negocios generados por las comisiones de administración de los portafolios tanto de personas naturales como institucionales.
En el mes de agosto de 2022, los profesores A. Chinco y M. Sammon publicaron en la serie del SSRN un papel de trabajo titulado “The Passive- Ownership Share Is Double What You Think It Is” (La participación de los fondos pasivos es el doble de lo que Ud. piensa), en el cual afirman que al menos el 37,8 por ciento de las acciones de oferta pública en EE.UU. están en manos de agentes de inversión que siguen estrategias pasivas. Cifra muy superior a las estimadas previamente que le colocaban en 16 por ciento del mercado accionario estadounidense para finales del 2021.
Conocer la dimensión de un fenómeno económico es el primer paso para entenderlo y eventualmente regularlo. La evidencia empírica nos mostrará sí las estrategias pasivas pudieran ser o no un problema para el buen funcionamiento del mercado accionario. Chinco y Sammon han un importante aporte a una discusión que apenas comienza.
La popularización de los fondos de inversión que tienen como estrategia el construir un portafolio de acciones siguiendo exactamente la composición de índices bursátiles populares como el Dow Jones Industrial o el S&P 500 ha generado grandes discusiones entre los actores del mundo de las inversiones institucionales en la última década.
La respuesta a la pregunta de ¿cuál estrategia de inversión es mejor? la activa, que implica seleccionar un grupo de acciones basándose en expectativas sobre el rendimiento futuro de estas, o la pasiva que se limita a copiar índices bursátiles, define como se repartirá una buena porción de los negocios generados por las comisiones de administración de los portafolios tanto de personas naturales como institucionales.
Las estrategias pasivas ofrecen rendimientos muy similares a los del mercado accionarios con comisiones de administración muy bajas, mientras las activas ofrecen retornos extraordinarios que deberían justificar los mayores cotos de manejo.
La historia reciente del mercado bursátil estadounidense pone en tela de juicio la efectividad de muchas de las variantes de las estrategias activas. Sus defensores alegan que el bajo desempeño de los últimos años es coyuntural, y que promover la inversión masiva en estrategias pasivas generará inestabilidad de largo plazo en el mercado accionario.
¿De dónde podría venir tal inestabilidad? Al menos de dos fuentes. La primera de ellas, es que los fondos pasivos no venden las acciones que forman parte del índice que imitan a menos que este cambie, por lo que los inversionistas insatisfechos no pueden mostrar su desencanto vendiendo la acción que no cumple sus expectativas lo que va en contra de la eficiencia de los mercados financiero.
La segunda, es que los representantes de los fondos pasivos, que votan en representación de sus clientes, pueden alinearse privadamente con los gerentes de las compañías en las que invierten sacando provecho por encima del interés de sus clientes.
En los últimos años se ha producido una vasta literatura sobre el impacto de las inversiones pasivas en el mercado accionario estadounidense, pero aun no se han encontrado respuestas concluyentes sobre las diferentes aristas de este tema.
Los experimentos diseñados para ver el impacto de las inversiones pasivas requieren conocer que porcentaje del capital accionario estadounidense se invierte bajo esta filosofía de inversión y quienes son los custodios de tales inversiones. Y aunque parezca mentira tal número no se conoce con exactitud.
Hasta hace muy poco se pensaba que el universo de la inversión pasiva lo constituían fondos mutuales y etf indizados, que en conjunto manejaban 16 por ciento del mercado accionario estadounidense para finales del 2021. Hoy en día se reconoce que hay otros vehículos de inversión como son los fondos de coberturas, los planes de pensiones o portafolios de clientes institucionales manejados por la banca de inversión, y sobre los cuales no hay registros públicos, que también siguen esta estrategia.
En el mes de agosto de 2022, los profesores A. Chinco y M. Sammon publicaron en la serie del SSRN un papel de trabajo titulado “The Passive- Ownership Share Is Double What You Think It Is” (La participación de los fondos pasivos es el doble de lo que Ud. piensa), en el cual afirman que al menos el 37,8 por ciento de las acciones de oferta pública en EE.UU. están en manos de agentes de inversión que siguen estrategias pasivas.
¿Cómo llegaron los autores a esta estimación? Chinco y Sammon obtuvieron su estimación al analizar los datos sobre los picos de negociación provocados por el reajuste regular de grandes índices como el S&P 500, el Russell 1000 y el Russell 2000.
Cuando se agrega o se elimina una empresa de un índice, la mayoría de los inversores que replican índices reequilibran inmediatamente sus posiciones antes del cierre de operaciones el día en que el cambio entra en vigencia. A partir del impulso de la negociación en los días regulares de "reconstitución" de índices, los autores obtuvieron una estimación de la cantidad total de dinero colocado en estrategias pasivas.
Aunque esta estimación no es perfecta, ayuda a dimensionar el tamaño del segmento de mercado de las estrategias pasivas, y nos obliga a preguntarnos sobre la validez de investigaciones hechas utilizando datos que incluían solamente el dinero colocado en fondos mutuales e etfs indizados.
Hay muchas presiones para que los entes reguladores pongan atención sobre el poder de los grandes fondos indizados, por parte de aquellas instituciones que siguen estrategias activas que son su némesis. Reconocer que la industria de la estrategia pasiva abarca más allá de los vehículos de oferta pública no es un hecho trivial al momento de formular políticas públicas.
Conocer la dimensión de un fenómeno económico es el primer paso para entenderlo y eventualmente regularlo. La evidencia empírica nos mostrará sí las estrategias pasivas pudieran ser o no un problema para el buen funcionamiento del mercado accionario. Chinco y Sammon han un importante aporte a una discusión que apenas comienza.