Resumen
La Sra. Wood sostiene que estamos en el comienzo de una nueva era de innovación tecnológica, que generará un gran ciclo de crecimiento en las próximas décadas causado por cinco factores, a saber: modificaciones al ADN, la aparición de robots colaboradores dentro de las líneas de producción, el uso de equipos con gran capacidad para almacenar energía, el uso de la inteligencia artificial para operar sistemas complejos y la masificación de la tecnología blockchain.
Hace un par de semanas la revista Barron´s entrevistó a Catherine Wood, directora fundadora de Ark Investment Management, un fondo dedicado a las llamadas inversiones disruptivas y miembro de la lista 2018 de las personas más influyentes en las áreas de negocios, entretenimiento finanzas, política, tecnología y ciencias que publica el servicio informativo Bloomberg.
En un principio esta pudiera ser una más de las centenares de entrevistas a formadores de opinión que aparecen en los medios especializados en finanzas. Pero esta, en nuestra opinión, es muy especial pues contiene dos reflexiones que pueden ayudarnos a entender mejor el panorama de inversión en la próxima década.
Con la primera de ellas, la Sra. Wood sostiene que estamos en el comienzo de una nueva era de innovación tecnológica, que generará un gran ciclo de crecimiento en las próximas décadas causado por cinco factores, a saber: modificaciones al ADN, la aparición de robots colaboradores dentro de las líneas de producción, el uso de equipos con gran capacidad para almacenar energía, el uso de la inteligencia artificial para operar sistemas complejos y la masificación de la tecnología blockchain.
Cuando estas innovaciones se usen intensivamente debería producirse un aumento de productividad que se traduciría en deflación de precios. Y podrían ayudar a explicar uno de los grandes acertijos que no logran descifrar los bancos centrales del primer mundo: porque, pese a los ingentes volúmenes de liquidez inyectados, la inflación en los países desarrollados sigue sin hacerse sentir.
Es probable que esta “profecía” ya comienza a cumplirse en sectores como las ventas al detal, donde los actores del ecommerce, empiezan a sacar del juego a las grandes tiendas por departamentos, creando como efecto secundario una ola de cierres de centros comerciales en EE.UU. y próximamente en algunas capitales europeas, y la necesidad de repensar el uso de los terrenos que estas unidades comerciales ocupan hoy día.
El negocio bancario, y en particular los aspectos relacionados con las funciones de ser custodios de riquezas y proveedores de medios de pago ya ven la presencia de agentes de la disrupción. No olvidemos, que iniciativas como Libra de Facebook, son puntas de un iceberg, que chocará con los cimientos de la intermediación financiera cambiándolos para siempre.
La segunda reflexión está asociada a quienes se beneficiarán del desarrollo de los nuevos negocios generados por la innovación. La respuesta es que no serán los accionistas de las grandes compañías de oferta pública, y en particular los que invierten en fondos indexados a el S&P 500 y otros índices similares.
Muchas de las compañías que hoy cotizan en bolsa cederán participación de mercado a los productos y servicios generados por los nuevos competidores. Estas iniciativas son financiadas por fondos de capital privado muy reacios a sacar sus inversiones a bolsa con relativa rapidez tratando así de capturar la mayor cantidad de valor posible creado por los nuevos productos y servicios. Mientras durante el ciclo de las puntocom la consigna era “creemos el prototipo y salgamos a bolsa lo más pronto posible”, la consigna ahora podría ser “crezcamos, capitalicemos y luego veremos”.
Entre las presiones deflacionarias que mantendrán bajas las tasas de interés en los países desarrollados y las pocas posibilidades del pequeño inversionista de participar en el financiamiento de las innovaciones, es poco lo que podemos esperar en términos de retorno en la próxima década sí K. Wood es la vidente de la nueva revolución tecnológica.
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