Con el nombramiento de Kazuo Ueda, el pasado 8 de abril de 2023 como presidente del Banco del Japón (BOJ, por sus siglas en inglés) se abre una nueva era para el banco central japonés.
Desde el año 2016, el BOJ ha seguido una política monetaria ultra flexible basada en dos pilares a saber: el mantener las tasas de interés negativas y controlar la curva de rendimiento.
En un contexto de inflación al alza, el control de la curva de rendimiento se hace insostenible, y mientras más se retrase su liberación mayor será la distorsión en el mercado de bonos.
Dejar que las tasas de interés suban libremente obliga a hacer profundos recortes al gasto público, y en particular a los pagos del sistema de pensiones, en un país donde los mayores de 65 años representan el 30 por ciento de la población.
Finalmente, el gobierno japonés pagará el precio de haber diferido durante muchos años los recortes necesarios del presupuesto nacional gracias al hecho de tener un costo de financiamiento ínfimo producto de la política monetaria ultraflexible.
Con el nombramiento de Kazuo Ueda, el pasado 8 de abril de 2023 como presidente del Banco del Japón (BOJ, por sus siglas en inglés) se abre una nueva era para el banco central japonés.
Desde los años noventa del siglo pasado, el BOJ ha seguido una política monetaria ultraflexible basada en dos pilares a saber: el mantener las tasas de interés negativas y controlar la curva de rendimiento.
Tal flexibilidad ha sido requerida por el alto nivel de endeudamiento público de la nación nipona. A diciembre de 2022, la deuda pública japonesa se estimaba en el orden de 9,8 billones dólares estadounidenses, equivalente al 263% del PIB, la más alta de cualquier nación desarrollada. El 43,3% de esta deuda estaba en manos del BOJ.
Debido a dicho nivel de endeudamiento, Japón gastó el año pasado el 22% de su presupuesto anual en el servicio de su deuda, que incluye el pago del principal de los títulos que se vencen así el de como los intereses y podría subir a un 25 por ciento en el 2025 de mantenerse las condiciones económicas actuales. A título de comparación, vale la pena destacar que los gastos en infraestructura, defensa y educación fueron del orden del 15 por ciento del presupuesto nacional.
El Fondo Monetario Internacional advirtió a principios del 2023 que un alza súbita de las tasas de interés podría generar un evento de tensión financiera soberana.
En un contexto de inflación al alza, el control de la curva de rendimiento se hace insostenible, y mientras más se retrase su liberación mayor serán la distorsión en el mercado de bonos.
Dejar que las tasas de interés suban libremente obliga a hacer profundos recortes al gasto público, y en particular a los pagos del sistema de pensiones, en un país donde los mayores de 65 años representan el 30 por ciento de la población.
El señor Ueda deberá debatirse entre subir las tasas interés gradualmente al costo de generar distorsiones en los mercados financieros o hacerlo más rápidamente aumentando el costo del financiamiento de los sectores públicos y privado y arriesgándose a reducir la calificación crediticia de la deuda soberana.
Si la curva de rendimiento subiese un 1 por ciento de manera uniforme a lo largo de todos los vencimientos, el costo del servicio de la deuda pública se incrementaría en 3,6 billones de yenes en el año fiscal 2026. Tal incremento representaría un esfuerzo equivalente al 66 por ciento de presupuesto de defensa del país en el mismo año.
Un viento de cola para que el nuevo presidente del BOJ pueda comenzar a promover una subida de tasas de interés viene dado por el hecho de que el Primer Ministro del Japón, Fumio Kishida, reconoce que el proceso inflacionario que Japón ha comenzado a sufrir en los últimos años requiere un desmantelamiento de la mencionada política monetaria ultraflexible.
Desmantelar el control de la curva de rendimiento indudablemente desestabilizará el mercado de bonos japonés en el corto plazo, ya que los inversionistas institucionales se volverán mucho más cautos al momento de comprar estos instrumentos. Recordemos que al subir las tasas de interés los precios de los bonos caen.
Finalmente, el gobierno japonés pagará el precio de haber diferido durante muchos años los recortes necesarios del presupuesto nacional gracias al hecho de tener un costo de financiamiento ínfimo producto de la política monetaria ultraflexible.
La normalización de la política monetaria es inevitable, porque tarde o temprano las fuerzas del mercado prevalecen.
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