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Arca Análisis Económico

La encrucijada accionaria



Desde el pasado 24 de diciembre el mercado accionario estadounidense ha subido 24%, por lo que en este momento se encuentra a escasos pasos de su máximo histórico de 2.920 puntos, medido por el S&P 500, alcanzado el pasado 17 de septiembre de 2018.

Por otro lado, el rendimiento del mercado de los bonos de dicho país se ha mantenido a la baja durante lo que va del año, dando pistas de una ralentización de la economía, confirmada por el Fondo Monetario Internacional al reducir su pronóstico de crecimiento de la economía global de 3,5 por ciento en enero pasado, a 3,3% dos semanas atrás.

La curva de rendimientos de los treasuries se parece cada vez más a un viejo aviso de neón, subiendo y bajando el diferencial de rendimiento entre los títulos a 10 y 3 años, de manera en que hay momentos en que la curva se invierte (el rendimiento de los papeles de corto plazo es superior al de los de largo plazo) y otros en que vuelve a su forma tradicional ( el rendimiento de los papeles de corto plazo es inferior al de los de largo plazo), volviendo locos a quienes esperan una señal temprana de recesión.

Por cierto que la inversión de la curva de rendimientos como predictor de contracciones económicas no es tan confiable como la “leyenda urbana sugiere”. La restauración de una curva de rendimiento con pendiente positiva ha impulsado a las acciones de los bancos y otras entidades financieras.


Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) anunció que su política de tasas de interés se mantendrá sin cambios al menos hasta finales de 2019. Esto extiende automáticamente el compromiso de reinvertir los vencimientos y cupones de los bonos que el BCE mantiene en cartera. Así mismo, se renovarán las líneas de créditos condicionadas a largo plazo, que son préstamos del BCE a los bancos comerciales a tasas de interés muy bajas para que estos a su vez reactiven el crédito empresarial.


El desempeño accionario chino es sin duda alguna otra fuente de riesgo sistémico a tener en cuenta en las próximas semanas. Este mercado dominado por pequeños inversionistas, que tienden a responder más a los rumores que a los factores fundamentales que mueven el precio de las acciones, está muy pendiente de regulaciones que podrían reducir el apalancamiento para la compra de acciones a través de las cuentas de margen y por supuesto de las conversaciones de su gobierno con EE.UU. para limar asperezas en temas de comercio bilateral. Los inversionistas en acciones tipo A han tomado beneficios recientemente, empujando ligeramente a la baja a los índices bursátiles.


Mientras el mercado de renta fija en EE.UU. augura un lento crecimiento, Europa intenta capear una eventual recesión y China continua buscando una transición suave hacia un modelo de desarrollo basado en el consumo interno, la gran pregunta es: ¿Qué viene ahora para quienes tienen el grueso de sus activos en acciones en EE.UU.?


Muy probablemente una subida muy discreta del mercado accionario que nuevamente marcará máximos históricos, que podrían estar de 5 a 10% por encima de los actuales y que deberían suceder en el lapso de los próximos 20 meses. No es de extrañar que los volúmenes transados en la bolsa de Nueva York en la semana del 12 de abril sean tan bajos como los de finales de diciembre de año pasado.


La eventual recompensa por tomar nuevas posiciones en acciones es relativamente discreta, para compensar por el peligro de verse envuelto en una inesperada corrección. Mientras los precios de las materias primas y del dólar se fortalecen (síntomas de mercado alcista), los que tienen acciones no venden todavía esperando cerrar sus posiciones con ganancias ligeramente superiores. Por su parte, el dinero fresco espera una señal de cuál será la nueva tendencia, mientras se aloja temporalmente en los money market funds.

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