El reinado de cada emperador japonés recibe un nombre. Showa (periodo de la paz ilustrada) fue el escogido para el del emperador Hirohito (1926-1989) y Heise (alcanzar la paz) el de su hijo Akihito (1989-2019) que terminó el pasado primero de mayo. Tradicionalmente estos nombres se inspiran en relatos de la literatura china, sin embargo esta vez tendremos una excepción, ya que Reiwa, que es el nombre con que se conocerá la era que presidirá el nuevo emperador Naruhito, es tomado de un conjunto de poemas del siglo VIII conocido como Colección de las Diez Mil hojas (Manyoshu).
Rei en japonés significa orden, mandato, y en otros contextos bueno o esplendido, mientras Wa es paz o armonía y juntos podrían transmitir el sentido de hermosa armonía.
Reiwa comenzará a aparecer desde mayo en todas las comunicaciones oficiales, en las monedas y en las placas de los vehículos, por lo que los japoneses tendrán bastante tiempo para pensar y llegar a un acuerdo sobre los que los caracteres que se juntan significarán para ellos.
Para aquellos que tengan posiciones financieras de corto plazo, el advenimiento de una nueva era imperial, o gengo, es un momento de particular cuidado, porque este comienza con un feriado de diez días (26/04-06/05/2019) en los cuales todos los mercados financieros japoneses estarán cerrados, por lo que habrá grandes expectativas al comienzo del día 7, por saber cómo se afectaran los precios de monedas y títulos valores que reflejarán de un golpe el flujo de información generada durante la llamada Semana Dorada (aunque dure diez días).
En el caso de las divisas, obviamente el resto del mundo seguirá haciendo sus transacciones en yenes, en un contexto de menor liquidez y mayor volatilidad, en ausencia de actores muy principales. Adicionalmente, muy probable que en días previos al cierra haya un aumento del volumen de transacciones para anticipar el feriado. Sin embargo, movimientos de precios de divisas del orden del 3% , los cuales son fuertes en el caso de monedas de países desarrollados, podrían suceder el día siete de mayo.
Cuando se dan eventos de esta naturaleza, es prudente que las personas naturales cierren sus posiciones especulativas antes del comienzo del feriado, mientras que los inversionistas institucionales que operan apoyándose en inteligencia artificial, simplemente dejan sus “robots” a cargo, esperando que eventualmente puedan pasar de dólares a yenes si se produce la oportunidad.
En un horizonte de más largo plazo, el emperador Naruhito tendrá grandes desafíos como cabeza de estado, ya que le tocará reinar en un país con una población que se envejece a pasos agigantados, y un nivel de endeudamiento del orden del 240% del PIB, el cual es sostenible por ahora, ya que la tasa de interés que devenga la deuda soberana en moneda local es muy cercano a cero.
En la actualidad, uno de cada tres ciudadanos japoneses es anciano y para mediados de siglo la fuerza laboral del país se reducirá en un 40 por ciento de 75 a 45 millones. Japón sigue siendo una de las pocas naciones donde el número de mascotas registradas (solo perros y gatos) supera en número a los niños menores de 15 años. De hecho, el FMI advirtió recientemente que, en ausencia de reformas estructurales significativas, el PIB del país se reducirá en 25 por ciento en los próximos cuarenta años.
Aunque la participación femenina en fuerza laboral es del 70 por ciento, y de las más altas del mundo desarrollado, la incorporación de la mujer al mercado laboral en los últimos 20 años no ha sido suficiente como para compensar las bajas tasas de natalidad. Adicionalmente, las mujeres siguen poco representadas en cargos de mayor responsabilidad y remuneración.
La respuesta a la reducción de la fuerza laboral comienza con la palabra flexibilidad. El país tiene que ser más flexible, por ejemplo, al repartir las responsabilidades domésticas entre hombres y mujeres una de las causas por las cuales las mujeres no toman trabajos de tiempo completo. Y también con la inmigración, lo cual es un gran reto para una sociedad que ama la homogeneidad de su población. Aun los japoneses de “la diáspora”, que comparten genes y algunos rasgos culturales con sus anfitriones, tienen problemas para insertarse el país de sus ancestros.
Me hubiese gustado que los sabios que se ocupan de la escogencia del nombre del gengo, hubiesen mezclado los caracteres que significan inmigración, tolerancia a lo nuevo y futuro compartido, pero tal vez los símbolos de la caligrafía kanji para capturar estas ideas son demasiado complicados para que los niños japoneses hagan planas con ellos, requisito que debe cumplir cualquier nombre que se asigne a una era imperial.
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