El pasado 3 de noviembre de 2019, y luego de casi cuatro años de espera, la empresa petrolera nacional de Arabia Saudita, ARAMCO anunció su oferta pública inicial IPO (por sus siglas en inglés), con la que espera levantar recursos por el orden de 60 millardos de dólares.
Las acciones serán inscritas inicialmente en la bolsa de valores de Tadawul, que es la bolsa de valores local de los sauditas, decisión influenciada por los bajos estándares de cumplimiento de los derechos humanos del reino y la eventual participación de la monarquía saudita en el financiamiento de los actos terroristas de Septiembre 11 de 2001, lo que haría vulnerable a la empresa a demandas por parte de los grupos de interés que representan a las víctimas de tales actos, si la empresa cotizara en Nueva York o Londres.
Como en todo proceso de oferta pública inicial habrá un road show, que es un conjunto de presentaciones a los potenciales inversionistas, a banqueros de inversión y representantes de la prensa especializada. Posteriormente los interesados harán llegar sus ofertas de compra, indicando precios y cantidades, en un proceso llamado book building , es en ese momento es cuando se conocerán el porcentaje accionario colocado, y la valoración patrimonial de la empresa.
Sobre el tema de la valoración patrimonial se ha generado una gran polémica. Los representantes de ARAMCO ubican este valor en 2 billones de dólares, respondiendo a las aspiraciones del príncipe Mohamed bin Salman (MBS), que desea levantar la cifra más cercana a 100 millardos de dólares, sin ceder más del 5 por ciento del capital accionario de la empresa. Sin embargo, analistas de la industria petrolera sostienen que una valoración más realista se ubica entre 1,2-1,5 billones de dólares.
Para el momento en que se escribe esta nota, se estima que el prospecto de la emisión comenzará a circular a partir del 9 de noviembre de 2019, y que las acciones debutarán en bolsa en diciembre de 2019.
La respuesta de los inversionistas locales en la suscripciones de estas acciones se predice será masiva, ya que esta se entiende como una mezcla de inversión con un acto de apoyo al príncipe MBS, el cual en el pasado reciente ha hecho sentir su poder confiscando activos de las elites empresariales sauditas que se le oponen.
No obstante existe un gran signo de interrogación en la relación al interés de los inversionistas internacionales en estas acciones. Los grandes bancos de inversión estadounidenses hacen el cabildeo frente a los fondos soberanos, en particular a los del mundo árabe, para incluirlos en el negocio.
La oferta pública de ARAMCO muestra aspectos interesantes del negocio petrolero en manos de un estado nacional. Por ejemplo, para poder complacer la expectativa que sobre la valoración de la empresa tiene el príncipe MBS; hubo que revisar a la baja los royalties que la empresa petrolera paga al gobierno saudí; reducir el presupuesto de capital de la compañía en los próximos años y, prometer repartir dividendos de 75 millardo de dólares anuales, para hacer sus flujos de pagos a accionistas más cercanos a los de las multinacionales del sector que cotizan en bolsa.
A partir del próximo 15 de enero, los royalties serán de 15 por ciento si el precio del crudo marcador Brent es inferior a 70 dólares por barril, la tasa subirá a 45 por ciento cuando el precio del marcador se ubique entre 70-100 dólares, y 80 por ciento por encima de 100 dólares. ARAMCO paga desde 2017 una tasa corporativa de impuesto de 50 por ciento. El nivel de apalancamiento financiero (razón deuda/patrimonio) podría ubicarse entre 5 y 15 por ciento luego de la apertura accionaria terceros, muy por debajo sus pares multinacionales.
Transparencia y rendición de cuentas a través de un eficiente gobierno corporativo son tareas a las cuales el gobernante de facto de Arabia Saudita y su clan de funcionarios se enfrentarán en los próximos años, sí finalmente el IPO de ARAMCO se materializa. La apertura económica sin apertura política es difícil de lograr, los chinos y los árabes lo experimentan constantemente.
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