A pesar de los diversos mecanismos que la Reserva Federal ha implantado para inyectar liquidez en los distintos segmentos de los mercados financieros, aún tiene opciones de asistencia que no ha desarrollado totalmente, estas son: líneas de liquidez para gobiernos subnacionales; préstamos al sector PYME; y el más viejo de todos los mecanismos al alcance de un banco central, el devaluar la moneda local para hacer más competitivo al sector exportador.
En el momento en que se escribió esta columna las cámaras del congreso de los EE.UU. se encontraban en plenas vacaciones estivales, por lo que cualquier iniciativa legislativa para aliviarles la vida a los estadounidenses en paro deberá esperar al mes de septiembre.
Afortunadamente, La Reserva Federal (FED) no toma vacaciones colectivas, y aunque en los últimos meses ha intervenido en los mercados secundarios de deuda, ha comprado emisiones primarias de bonos y hasta prestado dólares a bancos centrales amigos, todo para garantizar niveles razonables de liquidez, todavía le quedan tres conejos que sacar de la chistera como cualquier buen mago en un cumpleaños sabatino.
El primer mecanismo recibe el nombre de Municipal Liquidity Facility (MLF), y es un fondo de 500 mil millones de dólares que usa la FED para comprar notas que emiten directamente las municipalidades, el Distrito de Columbia y algunos estados, con el objeto de que estos puedan seguir operando a pesar de la reducción temporal de sus ingresos propios (impuestos y tasas).
Algunos especialistas en finanzas locales afirman que las tasas de interés pagadas y los reducidos plazos de financiamiento han hecho que este fondo haya sido subutilizado hasta ahora. Lamentablemente, los gobiernos municipales han sido las cenicientas de los programas de asistencia del Gobierno Federal y La FED, habiendo recibido una mínima porción de los recursos inyectados durante la pandemia. Garantizar el ingreso de los empleados públicos y una adecuada prestación de servicios públicos podría hacer más llevadera esta recesión.
La FED podría liberar recursos a los gobiernos subnacionales vía el MLF, aumentando los plazos de préstamos a décadas y llevando los niveles de las tasas cobradas al cero por ciento.
El segundo mecanismo es el Main Street Lending Facility (MSL), que está dirigido a prestar recursos a pequeñas y medianas empresas, incluyendo ONGs.
Los 600 mil millones de dólares asignados, son colocados a través de la banca, la cual otorga inicialmente los préstamos a los beneficiarios del programa y después vende el 95 por ciento del valor facial de los mismos al MSL. Las empresas beneficiarias se obligan no solo a pagar los préstamos obtenidos, sino también a mantener la nómina de empleados en niveles muy similares a los anteriores a la aparición del COVID-19.
Este programa contempla financiamiento a cinco años, con un año de gracia en el pago de intereses y dos en el del principal, y una tasa de interés de LIBOR + 3 por ciento.
Escasamente 480 millones de dólares han sido prestados a través del MSL, por lo que sería interesante identificar qué factores explican tan baja ejecución. Es probable que las empresas perciban como muy alto el costo de financiamiento de 300 puntos básicos por encima del LIBOR.
La FED adicionalmente puede hacer algo que los bancos centrales saben hacer muy bien: devaluar la moneda local, a través de compras masivas de otras divisas. Los grandes ganadores de la aplicación de este mecanismo serían los exportadores estadunidenses y todos aquellos que tienen pasivos en dólares, principalmente los gobiernos soberanos de mercados emergentes.
Una lección que la FED ha aprendido en esta crisis de salud pública es que no basta con ofrecer oportunamente la liquidez requerida para mantener la economía funcionando, el diseño de los mecanismos de ejecución de los programas de auxilio financiero es un reto en sí mis
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