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Arca Análisis Económico

Lecciones tempranas de la guerra de Ucrania.


Entre las consecuencias de la reciente guerra ruso-ucraniana se destaca el comienzo del fin del entramado de los arreglos comerciales promovidos por la globalización y la consolidación de un sistema financiero alterno, al creado por las economías occidentales, y diseñado para responder a las necesidades de los bloques políticos que aspiran controlar grandes regiones del planeta.

 

Es un poco prematuro tratar de sacar esas conclusiones dramáticas a las que son tan afectos los periodistas del área financiera, donde a cada evento importante se le describe como el comienzo de una nueva era, o como el Ragnarök de la mitología nórdica.


Sin embargo, en este caso en particular es muy tentador señalar como hay algunas tendencias que deberían acelerarse como resultado del conflicto ruso-ucraniano. Entre ellas quisiéramos destacar el comienzo del fin del entramado de los arreglos comerciales promovidos por la globalización y la consolidación de un sistema financiero alterno, al creado por las economías occidentales, y diseñado para responder a las necesidades de los bloques políticos que aspiran controlar grandes regiones del planeta.


Sí algo tienen muy claro Rusia y China es que la exposición a las economías occidentales no solo les abre un enorme mercado para vender sus bienes y servicios pero también es su talón de Aquiles.


La importancia del dólar como principal moneda de intercambio comercial les obliga a ser miembros del SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication) y a partir de la pertenencia a esta plataforma se hace posible controlar sus flujos de dinero a nivel internacional.


Para reducir tal vulnerabilidad es necesario crear un circuito de relaciones político-comerciales donde las economías occidentales tengan mínima presencia, y para ello los miembros de dicho circuito deben tener confianza los unos en los otros.


La reconfiguración de bloques políticos no se da de la noche a la mañana pues hay que desarrollar paralelamente las nuevas redes de negocios mientras se desmantelan las existentes y además hay que construir las relaciones entre las elites de los países miembros del bloque que generan la confianza.


En el caso de la relación entre Europa y los EE.UU. el conjunto de valores que la sustentan están contenidos dentro del constructo conocido con el nombre de democracia liberal que garantiza un balance de poder entre los distintos grupos de interés y el respeto a derechos mínimos como son el de la propiedad y el de libre comercio.


Una red como SWIFT que mueve diariamente 490 millardos de dólares existe porque los agentes económicos creen en los acuerdos básicos que la sostienen y que garantizan sus derechos de propiedad.


Los chinos han entendido muy bien que no pueden liderar un bloque de poder sin tener una plataforma que cumpla propósitos similares al SWIFT, por la cual pasen las transacciones financieras entre el gigante asiático y sus satélites. Por ello, en el 2015 crearon el CIPS (Cross-Border Interbank Payment System), que mueve diariamente cerca de 50 millardos de dólares pero que será el gran beneficiario de la guerra entre Rusia y Ucrania pues comenzará a recibir los flujos financieros de todos aquellos que temen a las sanciones occidentales.


El proyecto de La Nueva Ruta de La Seda, como se conoce el puente terrestre euroasiático, los pasos dados para transformar al renminbi en moneda de reserva internacional y la incursión de los bancos chinos en el préstamo directo a países del tercer mundo, son tres ejemplos de iniciativas que apuntan a crear el entramado de relaciones que dan base a un sistema financiero independiente del sustentado por la dupla Europa-EE.UU.


La construcción de la relación de confianza entre China, sus aliados y sus satélites es un tema mucho más complejo que el de construir regiones integradas de negocios, donde se intuye que asuntos como la no intromisión en las políticas internas de los países miembros del bloque, entre las que se cuentan los temas de derechos humanos o las reivindicaciones exigidas por minorías nacionales estarán fuera de discusión.


¿Qué tienen en común las elites chinas, rusas o afganas, a parte de la intención de perpetuarse en el poder? Este es un asunto para politólogos y sociólogos.


De momento, nuestra predicción es que el bloque que China liderizará se apoyará en las capacidades de inversión y ahorro de sus actores nacionales y de los inversionistas privados de alto riesgo del bloque occidental. Los temas de gobernanza y rendición de cuentas de las empresas de oferta pública de esa región del mundo forzosamente mejoraran para garantizar la llegada de capitales y la solvencia del sistema. Muchas de las economías de escala de la globalización se perderán, y el famoso dentista belga de los libros de texto que compra acciones y bonos de los países emergentes para mejorar su relación riesgo retorno tendrá que dejar su dinero en el mundo de las democracias liberales.

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