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Arca Análisis Económico

Los cambios demográficos y su impacto en el rendimiento de los activos financieros


Kopecky y Taylor (2020) sostienen que el envejecimiento de la población puede vincularse simultáneamente tanto a la tendencia a la baja de las tasas de interés libres de riesgo, en términos reales, como a la subida de la prima de riesgo que cobran los inversionistas cuando invierten acciones.

 

El escenario actual de bajas tasas de interés en los países desarrollados se fue consolidando en la últimas cuatro décadas casi de manera imperceptible.


Los analistas de inversión, los actuarios y los administradores de grandes fondos institucionales pensaban que detrás de cada crisis económica los bancos centrales inyectarían una ingente cantidad de liquidez que tarde o temprano generaría una ola inflacionaria que obligaría a subir las tasas de interés resolviendo, en alguna medida, las necesidades de quienes aspiraban vivir con los rendimientos generados por los instrumentos de renta fija.


Los años han pasado y las tasas de interés no han subido, y como es natural muchos se preguntan si alguna vez se revertirá esta tendencia que les quita el sueño a aquellos individuos que ven cada día más cerca su retiro.


Para contribuir a arrojar a algo de claridad sobre el futuro de las tasas de interés, los profesores J. Kopecky ( Trinity College) y Alan Taylor ( University of california , Davis) publicaron en junio de 2020 un papel de trabajo titulado: The Murder-Suicide of the Rentier: Population Aging and the Risk Premium (El asesinato-suicidio del rentista: el envejecimiento de la población y la prima de riesgo).


Kopecky y Taylor (2020) sostienen que el envejecimiento de la población puede vincularse simultáneamente tanto a la tendencia a la baja de las tasas de interés libres de riesgo, en términos reales, como a la subida de la prima de riesgo que cobran los inversionistas cuando invierten acciones.


En la medida en que la población envejece hace cambio en su portafolio de inversión deshaciéndose de buena parte de los instrumentos de renta variable para comprar títulos de deuda, aumentando la demanda por tales instrumentos lo que ocasiona que los precios de los títulos de renta fija suban y sus retornos bajen.


Al reducir las personas cercanas al retiro sus interés por las acciones, fenómeno conocido con el nombre de reducción del apetito por el riesgo, otros actores de la economía, quienes sustituyen a los potenciales jubilados, requerirán un pago adicional para verse motivados a comprar títulos de renta variable, lo que trae como consecuencia un aumento de la prima de riesgo, que es ese diferencial de retorno que hay que pagar a cualquier individuo para estimularlo a vender sus activos financieros libres de riesgo.


En la medida en que la población de los países desarrollado continúe envejeciendo, la prima de riesgo se mantendrá relativamente alta, y el modelo matemático propuesto por los autores arroja como resultado que para el año 2050 la tasa de interés libre de riesgo se ubicará en el orden de -2,8 por ciento, el retorno del mercado accionario lo hará en 2,2 por ciento, por lo que la prima de riesgo será de 5 puntos porcentuales.


Son varias las implicaciones del modelo de Kopecky y Taylor sobre el impacto de los cambios demográficos sobre el retorno de los activos financieros.


La primera de ellas, es que ayuda a explicar porque pese a todos los programas de estímulo generados a partir de la Gran Crisis Financiera de la década pasada el volumen de inversión en bienes de capital es menor a la originalmente esperada. Las empresas necesitan capital accionario o de riesgo para invertir en nuevos negocios. Si la prima de riesgo ha aumentado entonces el retorno sobre capital requerido por los accionistas para financiar nuevas iniciativas de negocios ha subido, haciendo más difícil encontrar posibilidades de inversión que cubran las expectativas de los accionistas.


Segundo, aquellos que se puedan endeudar a las tasas cercanas a la libre de riesgo, como es el caso de empresas multinacionales con gran musculo financiero, fondos de retiro y fondos soberanos, podrán hacer inversiones en activos riesgosos financiados con recursos baratos, capturando los retornos adicionales de una prima de riesgo alta. Estas son inversiones a muy largo plazo.


Los inversionistas que no puedan tolerar altos niveles de riesgo, como es el caso de los jubilados, obviamente tendrán que conformarse con títulos de renta fija de muy baja rentabilidad.


Tercero, en la medida en que las tasas libres de riesgo se hagan más negativa se potencia la inequidad. Y esto traerá múltiples consecuencias: empezando por los mercados laborales, las personas tenderán a retirarse más tarde; los grupos sindicales harán mayor presión para que los salarios compensen los retornos no obtenidos en el mercado de renta fija; los bancos de inversión y otros actores relacionados promoverán nuevas iniciativas que arbitren la brecha entre renta fija libre de riesgo y renta variable, estas podrían beneficiar a la población pero colocaran mayor presión sobre los entes regulatorios que tendrán que supervisar el funcionamiento de tales productos.


Modelos como el de Kopecky y Taylor puede que no lleguen a estimar la magnitud exacta del problema que se avecina. Pero como señales tempranas siempre nos dan la opción de prevenir y generar políticas que atiendan esas nubes de inequidad que se asoman en el horizonte.

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