Contra todo pronóstico la economía estadounidense ha crecido durante el primer semestre de 2023, y el S&P 500 ha respondido a esta tendencia subiendo 14 por ciento durante el mismo periodo. Lo llamativo de esta subida es que siete empresas tecnológicas son las responsables de dicha alza y representan el 30 por ciento de la capitalización del S&P 500. Ellas son Apple (7,9 por ciento), Microsoft (6,8 por ciento), Alphabet (4,3 por ciento), Amazon (3,6 por ciento), Nvidia (2,8 por ciento), Tesla (2,2 por ciento) y Meta (1,9 por ciento).
Este nivel de concentración del desempeño del sector bursátil en un puñado de compañías no es un fenómeno nuevo. Ya en la década de los sesenta del siglo pasado, los asesores de inversión recomendaban a los pequeños inversionistas el comprar títulos dentro del grupo de las cincuenta empresas de mayor capitalización bursátil que cotizaban en la bolsa de Nueva York conocidas como las Nifty Fifty (las cincuenta efectivas), se suponía que estas empresas líderes crecerían por siempre.
Pero el gran problema para los inversionistas, es que la promesa de diversificar de manera sencilla comprando un índice bursátil no se cumple. La excesiva concentración de retornos se resuelve, en teoría, de dos maneras, o las valoraciones de las empresas rezagadas mejoran cerrando la brecha de rendimientos, o los precios de las empresas líderes, que podrían estar sobrevaluadas, caen.
En repetidas ocasiones hemos escrito sobre aquellos portafolios de acciones que replican un índice bursátil de referencia universal como es el S&P 500. Para muchos inversionistas la posibilidad de anclar parte de sus activos financieros a vehículos de inversión que replican tales índices ha sido una manera simple y económica de implantar una estrategia de inversión para apostar al buen desempeño de los mercados accionarios más importantes del mundo.
Sin embargo, como siempre esta estrategia viene acompañada de una serie de detalles que muchas veces los asesores de inversión y los pequeños inversionistas suelen pasar por alto.
Para muestra un botón. Contra todo pronóstico la economía estadounidense ha crecido durante el primer semestre de 2023, y el S&P 500 ha respondido a esta tendencia subiendo 14 por ciento durante el mismo periodo. Lo llamativo de esta subida es que siete empresas tecnológicas son las responsables de dicha alza y representan el 30 por ciento de la capitalización del S&P 500. Ellas son Apple (7,9 por ciento), Microsoft (6,8 por ciento), Alphabet (4,3 por ciento), Amazon (3,6 por ciento), Nvidia (2,8 por ciento), Tesla (2,2 por ciento) y Meta (1,9 por ciento).
Este nivel de concentración del desempeño del sector bursátil en un puñado de compañías no es un fenómeno nuevo. Ya en la década de los sesenta del siglo pasado, cuando los ETF todavía no habían aparecido en escena, los asesores de inversión recomendaban a los pequeños inversionistas el comprar títulos dentro del grupo de las cincuenta empresas de mayor capitalización bursátil que cotizaban en la bolsa de Nueva York conocidas como las Nifty Fifty (las cincuenta efectivas), se suponía que estas empresas líderes crecerían por siempre.
Si bien es cierto que la mayoría de las empresas que formaron parte del grupo de las Nifty Fifty siguen siendo parte de la oferta bursátil estadounidense, ya no representan la aristocracia empresarial de ese país. En algún momento fueron sustituidas por las multinacionales petroleras. Las líderes actuales, como sus predecesoras, más adelante ceden su puesto a compañías que probablemente hoy no existen, o son algún pequeño experimento en algún lugar del planeta.
Las razones por las cuales se produce esta concentración de desempeño en pocas empresas han sido varias a lo largo de la historia. En la actualidad, se debe al uso masivo de estrategias indizadas que obliga a los gerentes de inversión a comprar todas las empresas que están representadas en un índice bursátil sin tomar en cuenta su desempeño futuro. Las acciones de compañías con mayor representación en un índice bursátil están constantemente sometidas a mayores presiones de compra, lo que impulsa su precio al alza.
Lo mismo pasa con empresas que responden a nuevas tendencias de inversión como es el caso de las empresas calificadas como ESG (environmental, social and governance), las cuales son percibidas por muchos inversionistas como políticamente correctas, y por tanto adecuadas para formar parte del portafolio de individuos o instituciones que quieren que su dinero financie causas que son cónsonas con sus valores o principios éticos.
La excesiva concentración de retornos en un grupo reducido de empresas causa algunos problemas. El primero de ellos es que oscurece el desempeño del resto del mercado bursátil, el cual en el caso estadounidense ha sido bastante mediocre durante el primer semestre del 2023. El segundo, es que dificulta el acceso al financiamiento vía emisión de acciones a las pequeñas empresas, en particular las que promueven ideas de negocios poco convencionales.
Un tercer problema causado por el uso masivo de fondos atados a los índices bursátiles es la propensión de las acciones a moverse en grupo tanto al alza como a la baja, lo que magnifica los movimientos del mercado, para mal y para bien.
Pero el gran problema para los inversionistas, es que la promesa de diversificar de manera sencilla comprando un índice bursátil no se cumple, ya que el desempeño del portafolio así constituido dependerá en gran medida del de las empresas líderes.
La excesiva concentración de retornos se resuelve, en teoría, de dos maneras, o la valoración de las empresas rezagadas mejora cerrando la brecha de rendimientos, o el precio de las empresas líderes, que podrían estar sobrevaluadas, cae.
Cuando aparezca un nuevo grupo de empresas que le arrebate el liderazgo que hoy tienen las empresas tecnológicas, estas últimas pasarán por largo periodo en que sus precios caerán y/o se mantendrán dentro de una banda relativamente estrecha. Simultáneamente, parte de las empresas rezagadas mejorarán su desempeño, y las nuevas líderes reflejarán su potencial económico con la subida del precio de sus acciones.
Los administradores de los índices bursátiles, los compondrán eliminando o reduciendo las ponderaciones de aquellas compañías que han perdido importancia relativa. Mientras estos ajustes se produzcan el retorno de los índices bursátiles será muy bajo, para el disgusto de los inversionistas.
La estrategia de constituir portafolios de inversión que replican los índices bursátiles es una manera sencilla y económica de apostar al desempeño de las economías nacionales. No debemos dejarnos confundir por la extraordinaria subida del S&P 500 de los últimos 10 años, que fue del orden del 156 por ciento, y dar por sentado que este comportamiento se repetirá indefinidamente. Hay periodos de crecimiento, transición y caída, y sólo a posteriori, cuando ya no podamos hacer nada, nos enteramos donde estuvimos parados los últimos años.
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