Para aquellos lectores que necesitan ciertas luces y un poco de consuelo es importante mencionar que la crisis de la gripe aviar, el fenómeno más parecido al Covid-19, se había diluido en términos económicos un semestre después de su ocurrencia. La historia bursátil de las últimas tres décadas, muestra que en 45 ocasiones, un año después de fuertes caídas como las sucedidas en febrero del 2020, el mercado había subido en promedio 20 por ciento. La caída de las bolsas de valores durante el pasado mes de febrero dejará una mella en la confianza de los consumidores, que es un fenómeno estrictamente psicológico, pero que habrá que atender tanto como los problemas de salud pública.
En momentos de Fuertes caídas de los mercados accionarios pensamos que el propósito de columnas como estas es hacer las veces de un consomé de pollo humeante al comienzo un fuerte resfriado, ojala y no sea Covid-19.
Para aquellos lectores que necesitan ciertas luces y un poco de consuelo es importante mencionar que la crisis de la gripe aviar, el fenómeno más parecido al Covid-19 , se había diluido en términos económicos un semestre después de su ocurrencia.
La historia bursátil de las últimas tres décadas, muestra que en 45 ocasiones, un año después de las fuertes caídas como las sucedidas en febrero del 2020, el mercado había subido en promedio 20 por ciento.
Peter Piot, el director del Departamento de Salud y Medicina Tropical de la ciudad de Londres, uno de los descubridores del virus del Ebola, sostiene que el problema con esta enfermedad, es lo poco que se conoce de ella, por lo que aunque hay mucho chance de que termine extinguiéndose en los próximos meses, los gobiernos no pueden darse el lujo de apostar a que esto sea así y necesitan hacer los despliegues de seguridad que en el corto plazo interrumpen la vida cotidiana y generan pérdidas a buena parte de la economía.
Las finanzas conductuales han descrito con mucho detalle la propensión de las personas a sentir con mayor intensidad el dolor de las pérdidas que el placer de las ganancias, de magnitudes similares. Por lo que sí hay algo seguro, es que la caída de las bolsas de valores durante el pasado mes de febrero dejará una mella en la confianza de los consumidores, que es un fenómeno estrictamente psicológico, pero que habrá que atender tanto como los problemas de salud pública.
Sin embargo, para atender los problemas de confianza de los inversionistas los bancos centrales tienen un arsenal de herramientas limitado. En opinión de David Goldman, quien fuera el jefe del área de investigación de Bank of America, las naciones desarrolladas deberían enfrentar el Covid-19 con fuertes medidas fiscales tal como comienza a hacerlo China, cuyo mercado accionario ha caído menos que Wall Street y las bolsas europeas.
En esta ocasión las políticas monetarias no funcionarán, por que las empresas afectadas han perdido su capacidad de endeudamiento a través de los canales comerciales convencionales. La idea de que una reducción de 25 puntos básicos en la tasa de redescuento de la FED pueda restaurar la confianza de los inversionistas es un tanto ingenua, pues no responde al hecho de lo que se está sufriendo es una fuerte interrupción en la cadena mundial de suministros y no una caída de la demanda agregada.
Una reducción de las tasas de interés por parte de la FED será entonces una medida dirigida a atender la maltrecha psicología de los inversionistas y los mercados que ellos forman.
Desde la Gran Crisis Financiera del 2008, la oferta de fondos baratos de la FED ha sido el bálsamo que han esperado los maltrechos inversionistas, y esta vez la expectativa no es distinta, hecho evidenciado por el comportamiento de los mercados a futuro en tasas de interés cuyos precios reflejan lo presunción de que la FED, bajara las tasas de redescuento dos veces en el 2020, dando así soporte a los precios de los activos financieros. La pregunta es: ¿hasta cuándo durará la botella del bálsamo?
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