Mohamed El-Erian, Presidente del Queens’ College, de la Universidad de Cambridge, sostiene que el 2023 será el año en que veremos el surgimiento de la recesión como un elemento de riesgo adicional para los mercados financieros. Y esta en conjunto con la inflación generarán importantes episodios de volatilidad en los precios de los títulos valores.
El profesor El-Erian fue durante el año 2022 uno de los grandes críticos del tratamiento que la Reserva Federal (FED) dio al tema inflacionario. El banco central estadounidense consideraba que la subida de precios era de naturaleza temporal, y por ello no era urgente propiciar una subida de las tasas de interés. El académico no compartía esta opinión y señalaba los peligros de reaccionar tardíamente a este fenómeno.
El tiempo ha dado la razón al profesor El-Erian ya que la FED tuvo que subir la tasa de redescuento de cero a 4,5 puntos porcentuales entre marzo y septiembre de 2022.
¿Qué espera el profesor El-Erian en 2023?: el surgimiento de la recesión como un elemento de riesgo adicional para los mercados financieros, la cual en conjunto con la inflación pueden generar importantes episodios de volatilidad en los precios de los títulos valores.
Vale la pena destacar que la economía estadounidense no ha entrado aun en una fase recesiva. Entre los especialistas no hay un consenso en ni en la magnitud de la desaceleración económica, ni en el momento en que esta pueda ocurrir. Los actores más optimistas esperan que esta sea corta y leve, y llaman a este escenario “aterrizaje suave”. En el mismo, el mercado accionario tendría una corrección no mayor al 10 por ciento, y el rendimiento de los bonos podría bajar ligeramente.
Si factores estructurales que afectan la inflación no pueden ser controlados en el 2023, la recesión puede ser larga y profunda, y los activos financieros podrían sufrir caídas de precios similares a las del año 2022.
El profesor El-Erian sugería en un artículo reciente titulado: “We need to pay more attention to misaligned economic signals” que el FMI volvería a revisar próximamente a la baja sus proyecciones de crecimiento económico, a pesar de haber ya estimado que la recesión afectaría a un tercio del planeta en el 2023. Lo que es particularmente notable en este deterioro de la economía global, no es solo que las tres principales áreas económicas del mundo (China, la UE y los EE. UU.) se están desacelerando al mismo tiempo, sino cada que región lo hace por razones diferentes.
En China, el abandono desordenado de una política errónea de cero covid está socavando la demanda y causando nuevas interrupciones en las cadenas de suministro, que se mantendrán mientras el país no mejore la cobertura y la eficacia de sus esfuerzos de vacunación. La fortaleza y sostenibilidad de la recuperación posterior también requerirán que redefina su modelo de crecimiento apoyándose mucho más en su mercado interno y menos en la globalización.
La UE tendrá que seguir enfrentando los problemas de suministro de energía mientras se mantenga el conflicto entre Rusia y Ucrania. Aunque los países que integran esta región han hecho grandes esfuerzos para reducir su dependencia energética de Rusia, todavía falta mucho por hacer para resolver obstáculos estructurales que afectan el crecimiento económico.
En el caso de EE.UU.se vivirán las consecuencias de la atención tardía que la FED dio al problema inflacionario, que permitió que la subida de precios se extendiera al sector de servicios y a los salarios. Es probable que la inflación se mantenga en torno al 4 por ciento, y no será sencillo lograr que baje de este nivel porque la economía se muestra poco sensible a la subida de las tasas de interés.
Mientras la oferta de mano de obra no aumente, las empresas tendrán que seguir incrementando los salarios para llenar las posiciones vacantes. Hasta ahora la subida de tasas de interés no ha logrado que las corporaciones reduzcan sus planes de reclutamiento.
Dadas las distintas realidades económicas de EE.UU., China y la UE, es un tanto temerario asegurar que el próximo ciclo recesivo será leve y de corta duración. Son tantos los factores de riesgo que pueden activar la próxima contracción económica que se hace muy difícil definir políticas para atenuarla.
El gran peligro es que errores en la implantación de políticas económicas sumados a las perturbaciones del mercado (problemas en la cadena de suministros, déficit energético, escases de mano de obra, etc.) nos conduzcan a un círculo vicioso que se refuerce a sí mismo generando más inflación, mayor subida de las tasas de interés, deterioro de calidad crediticia de la deuda corporativa y la reducción de las ganancia de las empresas.
Los actores de los mercados de renta fija le están dando un cierto peso a la posibilidad de que dicho círculo vicioso pudiese estar gestándose. Esto se ve reflejado en la caída del rendimiento de los papeles del tesoro a largo plazo, donde el título con vencimiento a 10 años rendía 4,2 por ciento a principio de noviembre de 2022, y a mediados de enero de 2023 se ubica en el orden de 3,5 por ciento. Este instrumento actúa como una póliza de seguro para cubrirse contra escenarios económicos adversos. A diferencia del mundo de la renta fija, muchos gestores de portafolios de acciones siguen apostando al aterrizaje suave.
Las visiones tan contrastantes entre los inversionistas en renta fija y variable y las presiones que tiene la FED para reducir las tasas de interés lo más pronto posible pueden conducirnos a ese círculo vicioso en que todo el mundo pierde.
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